noviembre 21, 2003

Salvajismo escondido detrás de esa máscara de docilidad, de mil ojos saltones que guardan aparente calma, para disparar sus miradas ante la menor provocación, sin entender razones precisas y congruentes. Altanera en sus expresiones, despierta su enormidad cegándose ante los detalles, los susurros y tentaciones. No mide el daño que puede causar, se arroba jocosamente quebrando el viento con su sonrisa y de paso el silencio, es que no le importan los demás, se desdobla de mil maneras y no permite ser tocada, deseaba, pensada. Si pudiera se guardaría el mundo en una mano y lo lanzaría contra la pared, lo haría rebotar contra el piso, para cogerlo con una mano y lanzarlo lejos de los sentidos. Pero las nubes no pesan, el hielo aún es frio, las piedras siguen calladas y ahora estoy detrás de ti, sorprendido por tus actos.

Y no puedo estar solo, me encierro en mi cuarto, levanto el volumen de la música y el ruido de la gente aún hiere mis oídos, es que también viven en las tonadas, estrello una almohada contra mi rostro y el silencio sigue ausente pues oigo voces, sé que vienen desde muy dentro de mi, evidenciando las mismas necesidades y tormentos que padezco, acabo de notar lo inservible de mis intenciones para callarlas, me queda acostumbrarme o cambiar de cuerpo.

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