junio 26, 2005

hay cosas que el dinero no puede comprar (2)

Ayer, mientras veía televisión me topé con el comercial de una conocida tarjeta... era de un tipo que se preparaba para una cita, más o menos era así (quizá exagero):

Camisa US$ 30 dólares
Flores US$ 20 dólares
Su fruta preferida US$ 10 dólares

Pasar una tarde con ella (la abuela): No tiene precio


Como siempre, al instante me tocó un pensamiento.

"ES INCREIBLE LA CANTIDAD DE DINERO QUE SE NECESITA PARA OBTENER TODO AQUELLO QUE EL DINERO NO PUEDE COMPRAR"

...para todo lo demás existe Mastercard

junio 24, 2005

pre-sueño

Es llegar al mismo lugar y ver la misma cama, los mismos cuadros, la misma penumbra en la que doy de patadas al gato, la cabeza consumiéndose en una nevada y en el suelo dos lágrimas que se escapan para buscar ellas solas un pasado perdido, la sombra indiscreta suma a su indiferencia la grosería con que imita al cuerpo vencido, su presencia causa estragos en ese vacío perenne que clama humanidad, luego un grito mudo y una mirada perdiéndose en el claroscuro, juntar manos, relajar los sentidos atestiguando ese desvanecerse del ruido en la noche que es nuestra, hasta perder la conciencia, el anhelo, la vida, el deseo, sin preámbulos caer ciego a los abismos del sueño cobijado por paredes de luto y triste calor, son ojos que se cierran, una vez más.

junio 22, 2005

Ring

Hoy el teléfono sonó y pensé si tiene algo que ver con quejarse de cierta entidad omnipresente que tras bambalinas se burla del rostro de estúpido que puse al notar el brillo de la pantalla y la sonrisa que subía al bus dejándome un mullido boleto canjeable por una promesa para volvernos a encontrar uno de estos días.

junio 20, 2005

Fijón

Al dejarla en su casa...

ELLA: Y dime qué defectos me has visto?, con confianza

YO: Ninguno, no te preocupes por eso.

ELLA: Ya pues dime, si somos amigos, no ve voy a molestar... aaaanda...

YO: Está bien... mira!!!, pero no te ases... Hoy tenías una mancha de tu lápiz labial en la blusa, mientras conversábamos en el pub se te cayó un poco de saliva, tus uñas estaban sucias, además vi que tienes vellitos en el labio superior y te tiraste dos pedos cuando estábamos en la banca.

Si me decía que esa confianza implicaba otra cachetada, juro que me quedaba callado. Por eso no se puede andar por el mundo esparciendo sinceridad.

junio 18, 2005

No entiendo

Resulta ahora que debo comprender, que el mundo es así, que hay un tiempo o que no lo hay, que las épocas cambian y la vida se va, que permanecerán muchas cosas y que otras desaparecerán sin remedio, comprender que no llego a tocar las nubes, que las tormentas pasan y los claros también, que debo reconocer y también resentirme, comprender que hay otros que no quieren comprender, te cierran las puertas o te las tiran en la cara... Comprender lo más importante: que no llega el momento de ser comprendido.

junio 12, 2005

Libro Abierto

En el transporte, muy aparte de buscarle la novedad al frío paisaje de inicios de invierno y a los apretujones de gente a los lados, K mira los rostros de sueño, de albricias al dia, de mansa indiferencia y también los aprovechados que hurgan vacilantes los presuntuosos ojos de una chica más allá. Para no ahogarse en lo difícil que es leer pensamientos, carga un libro en la mano y se olvida de todos, pero a veces, la casualidad se le cuelga del bolsillo antes de salir de casa y lo deja sin nada que distraerse, sobrándole el peor texto abierto con el que puede contar, su propia mente, a fin de olvidarse trata de hallarle la gracia a juguetear con el boleto o con los ojos de un bebé que sonriendo lo señala, sólo cuando la mujer que lo lleva en brazos le baja la manito presurosa y pone la suya sobre su pequeña cabeza, una tierna idea albergada hace tiempo se asoma por un soplo y va desapareciendo como pisadas en la orilla del mar, es su mente que obra, inicia el dulce tormento.

Deja de mirar a los lados, hacia atrás, hacia arriba, descubre la barra de donde se encuentra sostenido y permanece largo rato observándola, en realidad no la observa, hay algo extraño en sus ojos que la mujer con el bebé ha notado, ese instinto natural que tiene el otro sexo para intuir los embargos ajenos se lo susurra, y no está equivocada, K continúa mirando y no mirando absorto en ese algo, ora grotesco ora dulce, ora feliz ora aciago, sus pupilas se dilatan y de súbito la mano libre da un fuerte golpe en la barra que se escucha seco en la lata con ruedas donde va. Todos lo empiezan a mirar, K no lo ha notado, sigue absorto dentro de su peligroso libro abierto sin reparar en los murmullos, las risitas, el espanto inicial del niño y de quienes sintieron la ruda vibración de la barra a su costado. Empieza a dirigirse despacio hacia la salida con la mirada perdida delatando resignación, sin decir nada y la gente sin resistirse a detenerlo, quizás es el susto lo que los obliga a abrir camino al "rayado" como se oye más a la derecha, llega a la puerta, toca el timbre y más rápido de lo habitual el bus se detiene. Mientras bajaba despacio no sé si oyó el "¡loco de mierda!" que le gritó el chofer antes de arrancar ni las risitas de los pasajeros convertidas en carcajadas, lo que sí sé es que después de perderse el bus de vista y bajo la llovizna de esa mañana de invierno sintió una aguda punzada en la mano y se la empezó a frotar, le estaba doliendo horrible.