agosto 09, 2006

Fantasmas

En las noches y apenas me lo permite el tiempo, escapo de la rutina y doy una vuelta por los alrededores, observo las casas antiguas, donde me encantaría vivir, junto a los edificios modernos, donde podría sentirme perfectamente como un ratón de laboratorio. Ahora último prefiero caminar por lugares un tanto oscuros, he cogido una súbita desaprensión por las luces de neón y los lugares donde el piso y paredes brillan como una extensión artificial de la luz del día, especialmente aquellos lugares donde pueda ver los rostros de la gente, conversando, riendo, tomando un café o simplemente mirando la nada dentro de los ojos de quien tienen al frente. Huyo de ellos porque también veo fantasmas, en ese resplandecer que crea el hombre para sentirse protegido, en los cristales que traslucen las sonrisas, en los faroles que me apuntan, en lo diurno de la penumbra.

Capricho quizá y quiero creerlo, caminar por esas veredas llenas de luz inicia un hervidero de ideas al sentirlos pasar, sombras en formas de miedo que sólo mi piel siente, tan seguros, y miro a todos lados de puro pavor, la chica linda y boquiabierta rezando no sé qué oración ante el dios escaparate, el grupo de muchachos observando la chica linda hecha una diosa, la pareja sentada esperando turno en el cinema, los niños volando en sus patinetas, las niñas cantando japiverdeituyu con esforzado acento americanidol-ista y yo en medio, sudando frio, con el terror de encontrarte en ese lugar, de alguna vez volver a verte dar la vuelta una esquina o salir intempestivamente por el enorme dintel que separa la luz, - tu seguridad - , de la oscuridad, - mi seguridad -

Con la piel de gallina y el cosquilleo, acelero el paso evitando patinetas, autos modernos, chicas, niñas y más fantasmas, guardianes celosos de su propio mundo de resplandeciente realismo, me cobijo nuevamente en esa oscuridad cómplice y serena en la que recuerdo que alguna vez tú rehusaste entrar, es entonces cuando me detengo bajo las sombras y confirmo que yo también soy un fantasma, alma en pena rondando en búsqueda involuntaria de ese cuerpo ahora inexistente, de latidos que a lo lejos se escuchan en esta noche magra y sólo en estos oídos, mientras atrás continúa la fulgurante delicia de sus habitantes, marca el paso de mis andanzas y corre el telón una noche de febril equilibrio, hasta un momento que vuelva a verte y un estremecimiento recorra este cuerpo endeble, los fantasmas no mueren, creí saber, "hay veces que sí" me contradice la niebla invernal mientras esconde mi cuerpo en la lejanía.