enero 11, 2006

Yo no quiero

Yo no quiero
cuerpo de gimnasio
ni perfume de París
sólo quiero
tus abrazos en la noche
y besos más de mil

Yo no quiero
boca'e plastilina
ni figura'e maniquí
sólo quiero
mujer de carne y hueso
que seas tú misma y yo vivir

Yo no quiero
chica'e cuatro ruedas
ni hotel n estrellas
Sólo quiero
tu pecho para volar
y tus ojos para dormir

Yo no quiero
almuerzo de mucama
ni comida de mandil
sólo quiero
saborear tu piel desnuda,
y ayunar si no estás aquí

Yo no quiero
saber de mi existencia
si no es con tu presencia
solo quiero
que por fin entiendas
ya no puedo estar sin ti

enero 09, 2006

Puente

Me ubiqué en el sitio de siempre, un lugar con poca luz para no incomodar la vista y lo suficientemente alejado de la cocina para no agobiarme con el calor, al lado una enorme foto en blanco y negro pintaba un antiquísimo puente donde a veces alcanzo ver figuras asomándose para luego cruzar presurosas del otro lado, fantasmas de épocas pasadas bailando al compás que dicta el rio a metros debajo y con el sonido de sus pasos en función prolongada desde la fila de refrescos frente a la enorme foto. A cada pasada de la mesera ¡tic tac tic tac! y cruzaba un alma, ¡tic tic tac tic tic tac! saltimbanqui y las huellas de sus pasos casi se veian a lo largo de la estructura, ella, sosteniendo un vaso y 2 cubiertos se estacionaba en frente de mi mesa con un polo negro lo suficientemente ajustado y un pantalón amarillo bastante desgastado, provocándome un ligero asco por sacarme de ese tiempo de antiquísimos puentes y más por verla vestida con ese uniforme de todos los días, muy a pesar de su sonrisa brillando como los dos dientes de oro que lucía.

Luego de un momento de haberlo pedido llega el menú del día, lo mismo de siempre y vuelve el asco, la historia, el pasado. Bocado a bocado me prendo de la imagen, y busco otra vez a los espectros de hace un rato, afino la vista en los detalles de las casas, los faroles, el cielo del mismo gris que en invierno cubre la ciudad, los techos llenos de polvo y los desagües que hieren con cada pestilencia color uniforme de mesera el río que hasta ese entonces tenía vida, todo eso fue un presente, un hoy inexistente al punto de la negación de su paso por la línea del tiempo de no ser esa foto tomada a la distancia por un desconocido, contagiando el vértigo de quien la tomó, quizá él almorzaba lo mismo que ahora devoro con desgano en una mesa de mantel guinda lavado a medias y al lado de un asiento de cedro antiquísimo, casi contemporáneo con la foto y vacío, de pronto, se asomó el asco otra vez y ya no lo pude resistir, una extensa arcada comprimiendo el estómago subió por el pecho dispuesta a extraer todo lo que en ese momento había ingerido, palabras, recuerdos, sonrisas, tristeza, sueños, momentos, momentos, momentos, adioses, encuentros, sus labios, el mar, el parque, la tarde, la noche, no no no noche, no no no no es correcto, sus ojos, no...

Desde hace una semana vengo almorzando en otro restaurante.

enero 04, 2006

Monocromía de nuevo año

Amarilla es la cinta que llevo sobre la cabeza, el color de la bebida que comparten mis amigos, el vestido que lleva la secretaria-amante del gerente, amarillos los dientes de la chica que atiende en el restaurante, las uñas del fumón de mi área, el color del bus que me lleva a casa, amarilla la luz del sol, la pasta del libro que tengo entre manos, la fiebre que tuve hace exactamente hace 20 años y el color de mi piel con hepatitis hace 10, amarillas las cartas que te hubiera escrito de no existir email y también las que hubiera manchado con lágrimas de primerizo enamorado, amarillos los tejados que nos rodearon, amarillas las servilletas y paredes en nuestra última cena, tan amarillo como el sueño cada vez más lejano de tenerte entre mis brazos, como los gorritos por fin de año, como las serpentinas, la luz de una habitación y la truza que lleva mi vecina, amarilla como la suerte de su amante cuando la desliza entre sus piernas recibiendo el año nuevo, con ella apasionada en su cuerpo atada y mordisqueando la cinta que él lleva sobre su cabeza.

amarilla la noche, sus senos, los autos, las luces, sus piernas, la batahola...