enero 28, 2004

Que todo acabe ya, un gracias y un adios.
No lágrimas por derramar, secos mis ojos están,
imagina los besos que nos pudimos dar
cuando en vez de uno, estuviéramos los dos.

Si alguna de mil cosas pudiera rescatar,
no tardaría demasiado tomar una decisión,
pues creo todavía desear tu corazón,
por ser lo único que jamás me podrás regalar.

Y qué me importa si deja de alumbrar el sol,
hace tiempo para mí, muerta la tierra va girando
en una penumbra extensa, mi alma has enterrado.

Ya mis manos de frio tiemblan, no te pude tocar,
sólo espero el día que de ti me pueda olvidar
y así evitar cuánto dolor, cuánta maldad.




enero 27, 2004

La carretera Panamericana (es con mayúsculas????) suele tener un atractivo especial, pues dada la enorme carencia de buenas costumbres de tránsito suelen ocurrir accidentes con demasiada frecuencia, si a algo debo un carácter frio para con los muertos, es a los perros atropellados a mitad de la noche por un bus interprovincial a 120 km o más por hora, a los cuerpos tendidos a mitad de la pista y por los que el tránsito llega a ser un caos, a los choques con olor a alcohol, o volcaduras en mi cara, esas cosas también me enseñaron la fragilidad de nuestra vida y lo bien que está marcado el fin de nuestra existencia, si existimos claro.

Dentro de esta enumeración de ocasiones, la mayoría suelen terminar en una expresión de asco contenida y cierta pena, pero el fin de semana anterior fue distinto, no hubo persignaciones, no hubo asco, no hubo pena, absoluta indiferencia, y es que la muerte, hoy, si no me toca de cerca, ya no me importa. Era extraño ver la escena del atropello con todos los participantes, el que manejaba, muy probablemente en su sano juicio, cogiéndose la cabeza y mortificado por el dolor que causará a la familia del finado, los acompañantes tan o más preocupados que el asesino involuntario, los policías que más que pena sienten la oportunidad de obtener algo con qué subir su sueldo y el auto del agresor que parece dibujar una mueca parecida a la de su conductor, ah y claro, el puente peatonal a 20 metros.

El ahora muerto no participa, dudo que se dibujen en su cerebro lleno de sangre las imágenes previas al desenlace fatal, con la vista al puente y el desdén por cruzarlo, los primeros pasos y el mal cálculo que lo llevan a ser uno más en la estadística. Como los diarios que lo cubren no permiten ver más de su cuerpo, sólo la cabeza destrozada, mi decepción empieza a crecer, especialmente cuando la combi que me lleva a casa pasa por dicho puente, tan indiferente como yo.

enero 25, 2004

Soy un mago rebelde y suelo huir de los cánones de hechicería que rigen el deber y no deber entre los poseederos de las artes ocultas, de esas que le dan vuelta a la física de los movimientos y la materia, la que puede suspender el alma antes de caer al suelo y evitar que se destroce en mil pedazos, cosa que la física pronostica hasta el hartazgo.

Suelo andar por las calles hoy calurosas y llenas de rostros sudorosos, con grandes ojos negros de vidrio o cuerpos de ligeras ropas que no se guardan un poquito de calor, incluso lo provocan. Cual sombra que nadie sabe a quién pertenece, vago por los stands de un centro comercial, la magia no me sirve para crear dinero, pero sí para transformar sueños sencillos en realidad, sólo los más poderosos pueden transformarlo todo, recién lo oscuro se abre ante mi poco a poco, yo atento y destatento a la vez trato de absorber la oscuridad que alumbrará mi magia y la hará más grande, capaz de sacar a flote un barco, capaz de hacer llorar a las nubes o tal vez partir el mar en dos.

Pero no puedo usar mis poderes hacia mí mismo y mi conducta no puede ser modificada, eso no es una ley, es como querer cortarse el cabello uno mismo, prefiero que otra persona lo haga por mi. Sin querer observo las risas escandalosas de chicas que sólo saben de plástico, a un lado la orquesta que toca bulliciosa pero desastrosamente, más gente comiendo y yo sentado al lado de dos amigos de la universidad, donde se estudian cosas de mortales.

No hay chelas, la magia no puede ir contra las buenas costumbres (no en domingos), y a cambio una amena conversación da lugar, luego de un momento miro al costado, una mujer de ropas viejas y semblante geronte se acerca al ritmo de sus cansinos pasos a nuestra mesa, extiende su mano y de pronto las miradas cambiaron, una interrogación sale de nuestras cabezas acaloradas por el vaho de la multitud. El de frente mio extiende su mano con una moneda y la venia de la que apareció no se hace esperar, pasa a retirarse lentamente.

Pienso en hacerla joven, que a su rostro vuelva la brillantez de aquellos años de luz y calma, la tibieza de su sonrisa y resaltar su probable belleza, ahora escondida bajo las huellas y peso del tiempo, con esas canas tristes y evidente falta de cuidado, no se le puede pedir más a una anciana. En mi mente sus vestidos se revuevan, su rostro retrocede en el tiempo y de aquel ser cansado aparece una febril muchachita, más asustada que aquella mujer macerada por los golpes de una vida dura. No conviene hacerle algún hechizo, me reservo los derechos de prolongar el sufrimiento, dejar que se apague es lo único que queda, tal vez alegrarla en el camino sea lo mejor, pues pasó por nuestra mesa 3 veces a pesar que ya le habíamos dado algo.

enero 11, 2004

Sí, y ella es ahora tangible, se muestra solícita, te sonríe, incluso te regala cosas por navidad, tú la invitas al cine, la sacas a comer o beber algo e intentas conversar, articular por lo menos 3 palabras sin trabarte y escuchar el rooooollo que ella te pone, algunas veces frívolo, otras muy realista, otras tierna y otras fria, un mundo de situaciones suyas sonaron a mis oídos y un 'cuídate' te lleva al cielo más rápido que si fueras en el Columbia, pq te quemas al regresar. ¿Salir 4 veces es suficiente para conocerla?, el gusto de gastar para sentirla contenta sin que siquiera te duela, algo que no ocurría antes, me atormenta, puedo ser manejado fácilmente, pero eso sí, me revienta que me haya hecho esperar 20 minutos en la última salida, bueno, se justificó y se te pasó.

Algunas de blanco, otras de turquesa, en jean y sin pinturas, sólo con ese desgastado tinte rubio que prometió no volver a acentuar, coronados por sus labios que pueden hipnotizarme a menos que hayan muchas meseras con enterizos rojos apretados como lo fue la penúltima vez, (Pastipizza de la calle de las pizzas, muy recomendable), pero el enamoramiento puede más y evitarte esos incómodos momentos, traseros van y traseros vienen, pero tú eres fiel a sus ojos, a sus labios, a la forma cómo bebe el pisco sour. Eso es vida? bueno, me siento bien a su lado, debe de serlo.

Aprendí algo muy importante, preguntar por teléfono el precio de los platos en el restaurante, batí records la última vez, lo peor, sin pensarlo.

enero 05, 2004

Uno en el transporte público puede encontrar el fiel reflejo de la sociedad peruana o perruna, el calamitoso pero asolapado aspecto que posee el país, se ve en los periódicos, se escucha en las conversaciones, se huele en los mercados, se siente en el ambiente, vuelven las goleadas a la selección, suben los precios y la situación política empeora, algunos dicen que el país está peor que con Alan García(sic), a veces pienso que ese tipo es una especie de sádico en un país lleno de masoquistas, dentro de los cuales no me incluyo, he allí la razón de su popularidad y probable llegada a la presidencia, ¿alguien dijo 'quiero mi pasaje de avión'?

Pero volviendo a los micros, lo único que falta vender son condones, creo que una oferta de 5 por 1 sol y 1 a 0.30 céntimos de sol puede ser un boom dentro del mercado de los asientos y pasamanos, que podría desbancar fácilmente a los caramelos y contribuir de paso a la planificación familiar y al control de la explosión demográfica. Pero así como los caramelos son de colorante, los lapiceros se malogran al primer uso y los helados saben a plástico, este 'cuero' protector del honor de las mujeres y solvencia de los hombres, debería usarse doble y con cinta scotch, por la cantidad de huecos que puede tener, lo barato sale caro dicen.

Dentro de mis idas y venidas a casa y trabajo suelo encontrar madres gestantes, gerontes, niños, ex-presidiarios, (pq se escaparon), arrepentidos, potenciales suicidas, seropositivos, profesores recién despedidos, ladrones, además de gente común y corriente que afortunadamente es mucha todavía, ofreciendo como ya dije n cantidad de productos de muy baja calidad, pero que sacando cálculo sale a cuenta, sino nadie entraría al negocio, por ahí escuché que se gana más del sueldo mínimo, buen dato.

Pero me llamó la atención la actitud de un par de niños, payasitos sin nariz ni pinturas, NI SONRISA, que cuentan los mismos chistes y algunos improvisados, los que dentro del olor a sudor propio de la noche y la gente desesperada por llegar a casa, resultan cómicos, pero ver la expresión de indiferencia y aburrimiento en sus rostros, propio de las horas y el trajín, ellos tan cansados como los que intentan entretener, cuentan sus últimos chistes previa llegada a su hogar, en algún cerro o pampa, que guarda todavía una esperanza de navidad y la desilusión que ofrece la realidad, ellos han crecido más rápido, vendiendo sus últimos caramelos y yo bajando del micro, cansado de lo mismo. Y siempre ha sido así.