febrero 02, 2004

3am y el ruido de la música Axé, que va decayendo estos días, retumba en mis oidos, esto, combinado con la cantidad de alcohol ingerido, hace irresistible sacar a bailar a la primera apretada que se te cruza en el camino o que espera pacientemente en las mesas cercanas.

Un rápido escaneo por el lugar permite calcular las posibilidades de éxito en cada uno de los sitios donde una chica danza ligeramente sobre su asiento, señal ¿inequívoca? que está esperando un valiente galán, dispuesto a dibujar movimientos sensuales, curvilíneos y cuasi acrobáticos. Prefiero que termine esa música, es que no la sé bailar.

Dado que no soy de salir a discotecas, (franco franco no llego a 10 veces en toda mi vida), esos temas de miradas sutiles y sonrisas indirectas, me suenan a mito, por lo que le encuentro el mismo disfrute que un niño cuando sale a la calle por primera vez. Bien, el pensar que esa chica de cabello ensortijado volteaba para mirar a la ventana, al lado de la cual estaba sentado, me hubiera dejado tranquilo de no ser porque a cada rato echaba un ojo a esa zona, ¡no era mito entonces! me estaba mirando.

No se veía mal, enterizo negro, morena y buena pechonalidad, (sonó grotesco???? bueno, es que ERA así), uno engrandecido por el reciente descubrimiento se acerca a la mesa muy sosegado para invitarla a bailar (ya no tocaba Axé), ¡CLARO!, contesta nuestra susodicha, al instante la magia se hace presente y te das cuenta que el asiento estaba hechizado.... se pone de pie, pero su tamaño no es más que cuando estaba sentada, chasco total, pero bailaba bien la amiga.

Moraleja: Espera que otro la saque a bailar primero. o fíjate si sus pies tocan el piso.

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