febrero 17, 2004

Hay demonios que se te acercan cuando los golpes vienen una y otra vez, te acogen, se hacen tus amigos y hacen chistes contigo, dizque, para alegrarte, hacerte sentir mejor, cuando en eso, de pura casualidad, notas que los chistes hablan de ti, pero no te molestas, absorto en tus pensamientos fútiles te sumerges en una atmósfera de la que no deseas salir a pesar de la molestia, del encierro, de la burla y el atropello.

Miles y miles de rostros temerosos, algunos atrevidos y elegantemente adornados, desgarradores los de mi derecha, muestran todo su dolor, traviesos los más pequeños, se esconden entre los dedos de mis pies y muerden con sus colmillos afilados, intentado herir pero sólo hacen cosquillas. De pronto de algún lugar y en un lenguaje incomprensible, una voz ronca y rápida estremece la burbuja, todos poseen el mismo rostro de desconcierto, se agitan, el baile de unión empezó.

Danzando todos van acercándose y juntando sus cuerpos, sus rostros, sus manos, quieren formar un único elemento, una abultada mancha roja que tiñe el lugar, parece hervir, pero es el movimiento de las cabezas de mis amigos, se unen más y más, poquito a poco y muy lentamente, yo de mi sitio observo muy tranquilo, no necesito participar de ello, hasta creo estar descalificado de nacimiento. Tal y como con la realidad, me arrellano en mi asiento una vez más, sonrio.

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