6pm y Sólo tengo ganas de irme, pasé la semana entera corrigiendo, cambiando, arreglando el reciente desarrollo y hoy domingo, cuando se supone que debo descansar plácidamente debo terminar lo pendiente, clásica labor de practicante, habiendo dejado hace tiempo de serlo. Busco plantearme una excusa que me saque del lugar: no tengo hambre, no estoy cansado, no tengo frio, no extraño a nadie, y aún no termino, CTRL+R CTRL+R, ejecutar, depurar y puntos de ruptura, el programa correrá una vez más pero me quedaré con las ganas de revisarlo, acaba de irse la luz y me encuentro a oscuras.
No sin poca dificultad logro hallar la salida a las escaleras, previo golpe con la puerta de vidrio, y mientras bajo, recuerdo enterito a Saramago y sus ensayos, con la natural salvedad de que mi ceguera era negra, completamente negra. Al fin llego a la calle e inicio mi camino a través de las 10 cuadras de distancia entre mi trabajo y mi hogar de 20 mt2, donde curioso me pongo a observar cuánto se necesita y cuánto no, de los progresos humanos, llámese penumbra artificial.
Ya casi es de noche y paso por la esquina donde un semáforo se quedó 'mudo', dos vehículos en la intersección se pelean por pasar primero y el chofer de uno le increpa al otro acaloradamente, de seguro llegarían a las manos de no ser el apuro que ambos tienen; llego a un parque y un esforzado enamorado toma como cómplice la ligera sombra, buscando deslizar la palma de su mano un poco más allá de lo permitido por su chica de turno, esta, con los ojos cerrados, le dejará hurgar sin mucha resistencia por el suave objetivo debajo de la blusa, pues pierde pudor en proporción con la cercanía de esta noche llena de faroles muertos.
Estoy en mi cuarto y las sombras han caído en su agonía por casas, parques, pistas y plazas, sólo he comprado una vela para alumbrarme y recordar esos días cuando toda la familia dejaba el tv, la radio, la calle y empezaba a departir gracias a una bomba que echaba abajo una torre de alta tensión, si algo bueno nos dejó la época subversiva fue que por cada 'travesura' hecha, la familia se unía más. Pienso usar los fósforos pero no será necesario, la luz acaba de volver tomando desprevenida a mi vecina quien otra vez deja que su blanca piel, y algo más, puedan apreciarse por estos ojos, y mientras que ligera cierra su ventanal, yo sonrío satisfecho, algo bueno tiene la luz.
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