Hoy noté que ha pasado un año, cogí mi calculadora y me di cuenta que se necesita más de 365 días para creer que todo fue una ilusión o un sueño, un aire lo que tocó mi rostro y no los momentos que me dibujaron una sonrisa, haciéndome del mundo el más feliz. Son 12 meses donde las emociones mias llegaron a lo más alto posible, casi tocando manos divinas, tus manos, enterrándose luego lo más hondo que podían llegar, buscando las puertas del averno y brindando con vino barato junto al demonio, es que hasta él entendía. 52 semanas de vida, pasión, mala suerte, con una cruz sobre los hombros y otra sobre el pecho, arrastrando los tullidos pies por la pesada carga, trasladándome con ella al vacio para escalarlo y volverme a lanzar.
8,760 horas plagadas de brillo, resplandor, confusión y oscuridad total, con dos ojos que ahora miran sin ver, por temor de reventar acuosos otra vez, siendo testigos de cómo la inocencia deja de ser candidez, cómo lo bello se hace monstruoso y cómo los sueños se parten en pedazos. 525,600 minutos aglomerándose uno a uno, rodeándome con sus vocecitas chillonas e inquisitivas, y riéndo presuntuosos desde el primero hasta el último comentando cómo transcurrieron, tan pérfidamente sobre mi vida, mientras no dejan de burlarse y golpearme. Este tiempo transcurrido es tan solo 1/6 de lo que me tomará olvidar esos 31'536,000 segundos, el mismo número de veces que mencioné un 'te quiero Giovanna' durante todos esos 6 años que te pude observar...
y pensar que hace un año conversé contigo por primera vez...
y pensar que desde hace un año ya lo sabía...
Ahora camino contigo todos los sábados por donde caminamos esos días, y a veces creo oir tu voz cuando me acerco al parque Kennedy, allí están todavía esos vestidos que te desagradaban, yo todavía los sigo observando detrás del vidrio, convencido de lo bella que te verías si tú los usaras.
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