octubre 26, 2005

Gol de vestuario

El lugar era pequeño, y en algo muy propio, el aire enrarecido actuaba como barrera para los recién llegados que con el frio de las mejillas y el choque con el ambiente interior se transformaban en nuevos demonios observando la naturaleza ondeante de una cintura, el brillo sensual de unos ojos y el danzar serpenteante de una bella muchacha haciendo de las suyas en el mostrador.

Íbamos despacio, contemplando las formas y colores, las luces, sexo como en el cielo aquí en la tierra y dentro de estas 4 paredes, a mi lado una flor, cogí su mano y con un beso me presenté, mi compañero, sorprendido por los ojos de fuego de aquella chica y lo sugerente de su vestido acariciando escasamente sus caderas le soltó invasivo "qué hace una chica tan linda como tú por aquí", fue entonces que el brillo de ese fuego ahora atizado en los ojos de la muchacha y la sorpresa evidenciada por tan dulce sonrisa, (todo ese espectáculo dirigido a mi compañero de trabajo) me dieron por conclusión que ya la había perdído.

Soy muy feliz


¿¿No ves cómo sonrío??

Detesto (II)

Siempre he detestado a los más inteligentes, pues un aura de orgullo y mezquindad suele rodearlos como la cáscara de una manzana, me lleno de silencio de la misma forma como ellos se llenan de ínfulas elevándose a lo lejos, bien a lo alto. Desde arriba, hechos casi una peca en el rostro del cielo, logran fijarse por debajo y barrer de pies a cabeza con su "enorme visión" a este milimétrico ser, tanto como lo son ellos vistos desde aquí, ¿dirán algo? No, lo más probable es que de la misma forma como inclinaron su mirada vuelvan a elevarse más a lo alto, encontrarán otros como él/ella con los que la chispa de su falsa alegría iluminará el cielo, demarcarán el inicio de la tarde y al menos me entretendrán contándolos como las estrellas, en la noche.

octubre 07, 2005

Voy a...

Dejar el suelo y engañado imaginar que aún sigues allí, no es lo difuso de tu rostro bajo ese sol de recuerdos, son las tapias llenas de cuadros mirándose uno a otro indiferentes, y en el medio la mesa no llena de tu presencia, (bajito), me increpa equivocada la gran promesa nunca cumplida, ¿cuántas caídas más? ¿cuántas puertas cerradas? ¿cuantos caminos que llevan a nada?, es ahora el silencio un inmenso campo donde el momento es eterno, sin salidas ni escapes, donde debo acostumbrarme, desde tu partida mi reloj se ha detenido, la carretera se va en una vida que no es vida entre cuerpos vacíos que obligo te imiten a la luz de las sombras, dibujo tu rostro en ellos, también tu sonrisa, cuando logro tus labios llega nuevamente la oscuridad, es la casa, la casa... vacía.

octubre 05, 2005

2 años

Silencio en exceso, señal de que aprendo a no explicarme demasiado lo que ocurre, un asomo de resignación y dar pasos lentamente hacia la puerta que medio abierta deja penetrar el frio de la noche, mientras las sombras, las sombras se ocultan bajo libros, muebles, estantes, bailan al ritmo del ténue brillo de una vela y oyen mis pasos alejándose. ¿recuerdas sus ojos? ¿recuerdas su sonrisa confundiéndose con el color de su abrigo? sí, sí, incluso queda el mismo temor, el horror de saber lo qué ocurriría y esa maniática resignación a futuro, ahora cuentas los años ya, sólo por momentos es pasado, es inexistente como cuando mi mano atraviesa tu fantasma, en otros es vivir día a día de recuerdos, algo más difícil conforme todo cambia y los calendarios van a la basura, no quiero seguir explicándolo, sólo que suceda como cuando tus ojos me vieron por última vez y como cuando empecé a morir, por primera vez.