noviembre 05, 2007
Máquina del tiempo
...el tiempo retrocedió y por un instante me volví universitario, ya tenía la mochila, el color del lugar simulaba al comedor de entonces y ella como siempre indiferente, mis manos temblando, el mismo sopor de antaño y todo el cúmulo de reacciones químicas que sacuden mi cerebro de forma distinta a como lo hace una puta cuando palpo su trasero.
Lo único que hice por respeto a mi mismo fue apurar el almuerzo, evitar con sumo esfuerzo virar los ojos a ese fatídico lado del restaurante y esperar que mi acompañante terminara, (con un ligero apuro de mi parte), ese té verde que a mi boca ya le sabía agrio. Diez, quince minutos y quizá con veinte mi cerebro estallaba desparramado.
Si bien, luego de aquel desencuentro, me prohibí volver entrar a ese lugar, me di también la contemplativa licencia de pasar por ahí de vez en cuando, pues no puedo evitar ese algo en mi mente que genera cultos por aquellos lugares donde ella ha estado, la universidad, el cine, la avenida donde vive, el acantilado, esa misma mente desoye los ruidos de la calle y recrea su esencia, dentro de los autos, en los otros restaurantes, en las mujeres llenas de amor que salen de los hoteles y también en las que entran solas, aún me sobra una pizca de razón para preguntarme cuándo acabará todo esto, miro el puente, lo alto de un edifico, el arma de un policía de tránsito... comprendo la respuesta, de vez en cuando.
agosto 21, 2007
Pan con salchicha y huesitos
agosto 20, 2007
Con aliento de blog
agosto 13, 2007
El secreto está en la mano
Como lo veía de lejos no solía saludarlo, pero una vez nos llegamos a cruzar y no pude reprimir mis ganas de preguntarle qué hacía tan solaz por acá. "Ah causita!!!", soltaba campechano, "voy por un caldito de gallina", mientras me señalaba el cartel de 3 soles cincuenta que costaba el plato sin presa y 4 soles con presa, complementaba una imagen de 2 por 1m que convencían al parroquiano del "plato suculentazo" (cachito dixit) a cuestas, cachito besaba con voracidad sus dedos como prueba de gusto, "¡¡¡¡deliciosssso!!!!", y yo prefería dejarlo para otra oportunidad por un tema de tiempos y aparte porque ya había almorzado.
2 semanas después, leyendo el diario, veo una noticia extraña, "Hallan mano humana en olla de caldo", encima de una foto que mostraba el local donde me encontré con cachito y el mismo cartel de 2 por 1m, levantado en peso por un solícito individuo del orden público, consternación en los comensales y se narraba además del cierre del local por malas prácticas culinarias además de atentar contra la salud humana. Dios sabrá cómo pudo llegar esa mano, pero yo sí llegué a intuir con qué intenciones, lo confirmé cuando me volví a encontrar con "cachito" por el lugar, el local ¿increíblemente?, (lo pongo entre interrogaciones porque estamos en el Perú), seguía atendiendo ya no con el mismo cartel, pero sí al precio de siempre, aunque esta vez el susodicho no ingresó al local. Picado otra vez por la curiosidad fui a alcanzarlo para saludar y preguntarle por qué no entraba, quizá hasta con una gana mefistofélica de burlarme de su candidez, a lo que él me replicó muy sereno, "Ah!, es que ya no sabe igual pe causita, pero ya encontré otro lugar igual de rico".
Lo único que me quedó fue compadecerme de su confesión así como su completa ignorancia del tema (¿o sí sabía?), evité explicarle lo del diario y volví a dejar para otra ocasión la degustación del "plato suculentazo", (cachito dixit), FELIZMENTE, yo ya había almorzado.
abril 02, 2007
De la memoria
Hoy me olvidé tomarme la dosis...
Sabina pide pastillas para no soñar, y mientras escucho la radio, se me ocurre que quizá debí comprar alguna que me permita olvidar más seguido.
marzo 27, 2007
Cuando el teléfono suena, es porque...
"K Tienes una llamada!" Mariana lo llama del otro lado del área...
K se levanta, atraviesa la sala parsimoniosamente, coge el fono y una voz que casi lo hipnotiza, aparece en el auricular.
"Buenos días señor K le saluda Patricia Bailetto del Banco XXX, lo llamo para comunicarle que ud ha calificado para nuestra tarjeta de crédito cero interés, cero mantenimiento, cero problemas de financiamiento, ud acepta la tarjeta y le llegará a su lugar de trabajo con cero costo de envío, ¿qué dice?, ¿le agrada la idea?" y luego con aterrador entusiasmo "déjeme decirle que tendrá los mejores descuentos en más un millar de establecim....", K la corta en una, "lo siento señorita, pero realmente tengo cero ganas de tener una tarjeta cero interés. cero mantenimiento, cero problemas de existir..."
"ah ah bueno, será para otra oportunidad, hasta luego, muchas gracias... ", en una también, la voz al otro lado se desvanece, (está de más decir que ya no se oyen los clicks de antaño cuando una llamada corta).
K mira cómo su mano regresa el fono a su sitio, se dirige a Mariana que lo mira divertida y le advierte...
"La próxima vez que escuches una voz dulce, muy femenina, sensual y súper amical preguntando por mi, dile que no estoy... ok? gracias..."
Y con esto K se fue en su sitio con el mismo paso lento de siempre, la mirada medio perdida, pensando si existirá alguna tarjeta que dé certezas aunque sea al crédito, mientras, siguió trabajando...
marzo 13, 2007
Conclusiones magníficas
CARAJO ESO ERA... UN PUTO CARRO...
la vida no es tan cruel, hay que echarle gasolina, aceitarla un poquito y se porta muuuuy bien.
PD... alo alo... Lancer????? ya!!!, hoy quedamos entonces...
febrero 02, 2007
En qué se parecen?
enero 27, 2007
Todo... ¿está escrito?
Si "todo está escrito" y la abuela estaba convencida, no debió llorar cuando le dije que me iba de casa, ni tampoco mi tia cuando le dije que mi nombre estaba marcado en la lista de los que ingresaron a la universidad, tampoco me sorprendí cuando vi a mi destino hecho mujer aquella tarde en el túnel, ni en las veces que la angustia me atravesaba cada vez que buscaba su mirada, ni en las noches que por fin pude sentir cómo se estremecía mi piel y me alteraba el pensamiento con cada palabra que salía de su boca, tanto como tampoco me sorprendió la noche que vi al destino burlándose una vez más bajo la tibia brisa de un verano, cuando me quemaba los párpados la realidad y brotaba la sangre del alma quebrada por mis ojos, mientras ella ingresaba a su casa tranquila, sin entender seguro hasta hoy, (el destino nunca querrá entender), cómo uno por dentro puede estallar con las estrellas sospechosamente escondidas detrás de ese manto gris que te ofrece Lima casi todos los días del año, al poco rato pude verle otra vez la cara al destino, se encontraba dentro del auto que se nos atravesó por una transversal, (yo, aun desconcertado, iba en un taxi), era un rostro pálido de tanto maquillaje que se asomaba, me sacaba una larga lengua y con una sonrisa pícara de triunfo, "¡presente!", se manifestaba en medio de mi desconcierto, "¡travestis de mierda!", maldecía el taxista, interrumpía su chiste de Maristas pajeros, y yo odiando esa cara fea y burlona, aún sigo esperando que se me cruce, y de seguro que ahora no habrán contemplaciones para buscar su cuello quebrarlo y verlo dejar de moverse debajo de mis manos.
enero 24, 2007
Desde el otro lado
No le bastaba haberla observado imposible, impasible, inaprensible, llenaba de estremecimientos sus noches de invierno en un cubo de madera con huecos como ventanas por donde se metìan los bichos de la noche, las arañitas tejìan su tela en un rincòn, las observaba y encontraba la silueta de sus mejillas, algùn esbozo de su nariz, lo apetecible de sus muslitos dorados y una sensaciòn de placer que le nublaba la visiòn, imaginaba el olor de su piel, el sabor de sus senos, su respiraciòn en el oìdo y un suave gemido con el que contenìa la respiraciòn, uno dos tres exhalaba su nombre y se le escapaba su Otilia entre miles de pensamientos, deshacìa la telaraña de sus afectos e intentaba dormir ya soñando.
Donde el cielo y el infierno estàn a la abismal distancia de una pista de separaciòn no caben los quejidos, la noche vertiginosa devora la calle, el mercado, los autos, observa còmo se oscurece su habitaciòn, al asomo de esa idea va a buscar en los retazos cosidos, su mochila, la luz, suenan a lo lejos las canciones de Dina, el olor de las brasas y algùn grito de vendedor ambulante, la arañita ha poblado nuevamente la esquininita, descuelga asustada por el movimiento decidido que amenaza, un hilo movièndose al compaz de una vela, la cuerda fija, el cuerpo cae, la arañita llega al piso y en su camino de salvaciòn atraviesa dos zapatos colgando que mientras dejan de estremecerse poco a poco opacan el recuerdo de Otilita al otro lado de la calle.