febrero 27, 2005

Travesura de verano (final)

Dicen que amar es...
perder el sueño por las noches
     ...y nunca he dejado de dormir plácidamente.
olvidar toda razón
     ...y yo siempre estuve pisando tierra.
pensar en ti
     ...y ya no recuerdo tu rostro.
ir detrás de tus pasos
     ...sin embargo me encuentro estático y muy lejos
llorar amargamente
     ...y me esfuerzo demasiado para soltar una lágrima.
morir
     ...y sigo aquí.

Pero de qué manera, entre vuelcos y navegar por tu cintura, llegué a comprender el dichoso significado, si se trata de perder la razón entonces lo vivido fue lo más cercano a amar, perdí además el sueño y estaría dispuesto a vidriar los ojos fácilmente, y sí y no, sus gemidos, sus abrazos, sus amenazas: "si te detienes te mato", el mundo giraba con el aire llenándose de sus besos, largos cabellos nos cubrían los rostros pero adivinaba perfectamente las cavidades, los montes, la fuerza de su instinto y la plenitud del mio, así como la forma de llevarla al límite, una... dos... tres veces cayendo rendidos bajo un manto de silencio iluminado por los faroles de los autos que pasaban de momentos, era necesario morderse para saber que no era un sueño y degustar el raro sabor del sudor al unir nuestros cuerpos, bocas, besos... miradas, me estaba sonriendo...

Así acabó, entre caricias en la ducha y jabón en su espalda, como cuando pierdo la noción del tiempo tras varios vasos de cervezas, siento que es hora de detenerse, de ponerle un fin a todo sin dar el siguiente paso, un acto de cobardía consciente que me mantendrá en un solo lado, ella ya se estaba vistiendo y sin embargo me sorprendió por vez primera, la vi bonita, pero en medio de sus frases de disfrute, le recordé algo importante: "¿y debo pagarte?", se vistió también de negocio, miró su reloj... "2 horas y media!!!" sin descontar la hora de la cena, aunque había que ser justos de ambos lados, "si no viniera de la agencia..." se excusó, así que pagué, a cambio me dio su número, "¿vas a volver?, toma para cuando estés de nuevo", cogí el papel a la volada sin asegurar que lo tomaría en cuenta y salimos.

Ya en el auto, con el taxista que había esperado pacientemente, estaba mudo... igual yo, y con las manos de Alicia (me dijo su verdadero nombre) en mis hombros, pude entender esa noche que había más de una puerta abriéndose, no solo la del carro que ya se había detenido para enviarla de nuevo al ruedo, no sólo la de posibilidades para volverse a ver, sino además la que sirve para liberarse de frustraciones que desde ese día empezaron a quedar atrás, y que inevitablemente me alejarían también de aquella muchacha (poco después perdí el número), de la misma manera que el taxi cuando "mi chofer" piso el acelerador otra vez.

febrero 25, 2005

Travesura de verano (parte III)

Confieso que nunca he llegado con una chica a un hostal, por eso me me dejé llevar un poco por el miedo, incluso le pregunté a mi chofer, "¡¡¡¡¿¿¿qué diablos tengo que hacer ahora!!!!???", cuando 4 tipos en la entrada me miraban y uno de ellos se me empezaba a acercar, "Paga tus 20 soles nomás por la habitación", dicho y hecho, le solté 20 soles al más joven de todos ellos y me señaló una habitación con la puerta ya abierta y con la luz encendida, como fondo a mi derecha habían varios autos estacionados en una serie de garages con cortina marca "adivina-para-qué-sirven", miré a Melina (en realidad me dijo un nombre de puta que no recuerdo) e ingresamos "casi como en un hostal", cerramos la puerta y encendimos la televisión.

"Hay que bajar la cena", le mencioné de lo más serio y me recosté sobre la cama, repasando de un vistazo la habitación en general, de derecha a izquierda: Una pseudo habitación a oscuras, lograba ver el lavabo y una tina que se esforzaba en parecer jacuzzi, estábamos separados del dizque baño por una cortina granate; el televisor rozando el techo y encendido en el canal de ocasión, (luego lo apagué por aburrido), y el espejo que sin mentir cubría toda la pared frente a mi, sólo deseo que no hayan colocado una cámara detrás marca "mamá-soy-famoso"; por lo demás era obvio que este lugar no servía para alojarse por mucho tiempo ni para perdurar recuerdos.

Mientras tanto Melina, que ya la tenía algo olvidada, yacía a un lado observándome, la contemplé un rato y volví a dirigir la mirada a la televisión, creo incluso que yo no me fijaba en ninguna de las dos, cogió mi mano lentamente y empezó a decirme cosas, diversas, algo graciosas, que me hicieron volver, pero esta vez sí la vi, encontré sus ojos, su nariz, su boca, sus mejillas y volví a encontrar sobre todo esa mirada triste, la sonrisa pálida y de súbito tierna, ya empezaba a tomar al espejo como el cómplice que me dejaba alcanzar lo que mis ojos por sí mismos no permitían y rocé con mis manos su cabello, su oído, la piel de su cuello, no sé cuánto tiempo permanecimos mirándonos fijamente, "una puta nunca te mira a los ojos" recordé de algún amigo olvidado y así esperé, uno... dos... tres segundos más, ese rostro tenía la misma expresión que creí perdida, pero a diferencia de aquel lejano entonces esta vez no lo resistí, con una mano por su cintura y otra sobre su pecho la acerqué a mi y juntamos los labios a besar.

febrero 24, 2005

Travesura de verano (parte II)

"¿y dónde es el point aquí?", le pregunté más confiado, "hay varios, pero no te conviene, en esos lugares una flaca te sale muy caro, y encima debes darle de tomar...", me respondió tajante, "...mejor chequeemos La Industria", con todo y dudas me llevó kiosko más cercano, salió del auto y compró el diario con su plata, regresó y empezamos la búsqueda. Mi "chofer" habrá llamado a 10 o 12 números, al punto que comencé a adivinar las respuestas viendo lo apresurado y contento que regresaba del teléfono público cuando le respondían, o serio y con caminata normal cuando no respondían o no aceptaban. Ya casi rendidos por no hallar nada, terminamos en una esquina, donde a dos casas había un hostal, estuvimos esperando 10, 15, 20 minutos y no ocurría nada.

A lo mucho vimos acercándose a un tipo abrazado a una chica algo timida, con una sonrisa cómplice y como queriendo ocultarse en los brazos del amor de su vida, para así cruzar confiada el umbral del hostal, "se hace la cojuda y bien que le gusta" escucho y respondo con un mohín, algo harto de tanta espera. A los dos minutos se aparecen las tan esperadas en un tico, salen del auto y entran corriendo al hostal, deteniéndose en el portal, nos acercamos, saludamos y elijo la que parecía más normal. Me regreso y veo toda la gente que nos estaba observando en la acera de enfrente, (más que en Huanchaco), entramos al auto los tres (el chofer, la elegida y yo) y las dos que se quedaron ya no nos importaban, conocen el camino a su casa.

Conversando me dio hambre, y le pregunté si quería cenar, no se opuso, así que los tres fuimos a un lugar sencillo y discreto, no estaba mal, y mientras, nos pusimos a averiguar "¿Eres de Trujillo?" "Sí", responde la chica, "¿y vives sola?", "no, si en mi casa en enteran de esto me matan", le pregunto sorprendido, "Entonces ¿por qué lo haces?", "Porque tengo algunas necesidades" y siguió degustando su cena, me olvidé de las preguntas al darme cuenta de su escote, era algo raro cenar de esa manera, con dos personas que no conocía y con las que ya empezaba a simpatizar, en un lugar que no conocía y sin saber qué más hacer, cualquiera que nos veía diría que éramos amigos, y me entró cierta pena, ojalá lo hubiéramos sido, pocas veces tuve conversaciones tan amenas. Nos habló que no lo hacía seguido y que era relativamente nueva, (¿?), que tenía enamorado y que algún día iba a dejar esa actividad, como una de sus amigas, ya conviviendo feliz con su novio, terminamos la cena (obviamente tuve que invitarle al taxista también) y como amigos que se dirigen a casa nos dirigimos a los bungalows.

febrero 23, 2005

Travesura de verano (parte I)

Era sábado, me levanté temprano, miré las cortinas y la ventana reflejaba pálidamente el día, miré la cama de al lado y deseaba una vez más que el aire dibuje alguna figura grata siquiera, una leve sonrisa, 5 segundos de esperanza y declina en una nueva decepción: La frazada en su sitio cubriendo un par de sábanas frias con una almohada asomando perfectamente acomodada, aún así, dentro de toda la profundidad de vacíos y caminos perdidos me sentía animoso pues en Trujillo las cosas iban a ser distintas sólo por un día, recorrí la ciudad y conocí bastante: Las casonas, el centro de la ciudad, los alrededores, Chan Chan, las huacas del Sol y de la Luna, la huaca Dragón, la huaca Esmeralda, iglesias, museos de sitio y la playa Huanchaco, para esto, contraté un taxista que me llevara por todas esos lugares, fue más cómodo que un tour convencional, si bien un poco caro (10 soles por hora).

6:30pm antes de salir de Huanchaco, con el taxi estacionado y observando la playa en el mirador al lado de mi chofer, fue en eso que divisamos un par de chicas esperando su colectivo para el centro de la ciudad, "a ver, dile para jalarlas" lo reto al autopromocionado conductor "experimentado en los huariques", este aceptando el desafío, se les acerca: "taxi? a dónde van?", las susodichas, un par de dieciochoañeras, una morena y la otra de tez clara y ojos grandes, se niegan al inicio, pero viendo la gratuidad del paseo deciden entrar al auto sin mucho disfuerzo, ¿y yo? ya estaba ubicado hacía rato en el asiento delantero, algo avergonzado por la gente (un par de señoras, un tio envidiosón y dos chibolos) que nos miraban atentos... "Hola!", me dice la de tez clara, con sus ojos grandes y su ropa de baño que dejaba mucho para ver, "Hola" me dice la morena y se ubica al costado de su amiga, estirando sus suaves muslos soleados, café con leche, se me vino para mis adentros luego.

No era raro suponer que la de tez clara, con sus ojos grandes y su ropa de baño que dejaba mucho para ver, aparte de ser muy bonita iba a resultar siendo la más hosca, era limeña, más no se le podía pedir, la otra chica, una auténtica trujillana, sonreía de cuando en cuando a cada frase que le soltábamos y de cuando en cuando afirmaba su condición de provinciana orgullosa de haber pisado "ese lugar en el precipicio llamado Larcomar" y seguro orgullosa también de haber consumido allí un par de helados de 2 soles, bastó que me lo hiciera recordar para dejar de hurgar disimuladamente más allá de lo que el sol permitía ver debajo de su playera y me concentrara relleno de nostalgia en el paisaje, las dejamos cerca a su casa y al final la de tez clara, con sus ojos grandes y su ropa de baño que dejaba ver un tatuaje en la parte baja de su espalda me sonrió tiérnamente, despidiéndose agitando sus manos y rematando con un "gracias", los suaves muslos soleados se apresuraron demasiado sin intención de despedirse. Arrancó el auto y fue en eso que todo se alineó...

febrero 13, 2005

Hace un año

A esta misma hora... apagaste mi vela más importante.

365 días después se me viene que a lo mejor nunca te quise.

Hoy, las tres veces que uñas ajenas se hundieron en mi espalda me lo insinuaron.

febrero 08, 2005

Cabina de Internet a la chiclayana

Mi vecino ha abierto una cabina de Internet a 3 casas de la mía y muy a pesar de las 4 o 5 que ya existen en el barrio. "El tío", como le dicen todos aquí, es algo avaro, no escatima esfuerzos en lograr la mayor ganancia y el menor costo: Un primo suyo le vendió las máquinas, otro le instaló la red y él mismo se dedicaba a atender a los niños que sólo iban a jugar Gunbound, ¿porno?, no les interesa todavía.

Hace dos meses fue sufriendo una considerable baja de clientes, muy probablemente por las 2 cabinas adicionales que se abrieron a 6 cuadras, pero, casi como caídas del cielo, han llegado de visita la hermana de su esposa y sus dos hijas (chiclayanas) de 14 y 15 años, este, ni corto ni perezoso, las puso a hacer algo "útil". Desde que empezaron a ayudar al cuñadito, el negocio ha remontado una barbaridad, y no solo eso, hordas de adolescentes llegan todas las noches a montar guardia en la puerta del establecimiento, no me pregunten por qué.

Dos cosas buenas han ocurrido, una: las ganancias del tio por este verano serán sustanciosas y la otra: Mañana me voy a Chiclayo, quizá con un poco más de suerte logre encontrar a sus primas mayores.

febrero 04, 2005

Guía práctica del suicida

Todo tiene su final, nada dura para siempre, pero ¿si no queremos esperar tanto?, hay que sacar del bolsillo la navaja que cortará de un tirón el hilo y dejará a flor de labios el último suspiro antes de tiempo, ¿alguien te dejó? ¿te sientes único(a) en el mundo y nadie te comprende? ¿te aburriste de la vida? ¿quieres comprobar que Dios existe? ¿quieres ver la luz al final del camino? El proceso aquí tratado, aunque no parezca, tiene su dificultad y cabe mencionar la necesidad de ubicarse de lleno en cada etapa para poder pasar a la siguiente, bajo estricta pena (y vaya la ironía) de permanecer en el mundo del más acá y posiblemente en la carceleta de la comisaría o centro psiquiátrico más cercano, sin más introducciones ni miramientos el proceso de marras consta de:

* La excusa
* El método
* La decisión

La excusa: Siempre existe un motivo esencial, y quienes deben estar completamente convencidos no sólo eres tú, sino también tu subconsciente y tu inconsciente, trágate esto, no somos uno, estamos peleando a cada momento con nuestras múltiples personalidades y cada una de ellas te pondrá peros, la primera misión: aprender a convencer(te) que es la única salida, la más honrosa, la más fácil, la más liberadora, la más feliz, (ve tú cómo haces para que se crean esto), un par de cursos de autosugestión-intermedio-avanzado pueden servir, un tip: el instinto de conservación está en el inconsciente, ataca allí primero.

El método: No se trata de ser originales, sólo de expresarle al mundo que eres uno más que opta por abrir la puerta trasera y salir disparado, el abanico de posibilidades es muy amplio y va desde aplicar física secundaria (caída libre) hasta esperar que un tren pase por encima, "que duela pero no por mucho" es el lema a la hora de elegir y que además no dé opción para el arrepentimiento a mitad de camino, es por esto el autor prohibe terminantemente el "puenting sin soga", a menos que priorices demasiado la efectividad.

La decisión: Cabe mencionar que muchos no llegan hasta aquí con sus 5 sentidos, suelen anular una buena parte de ellos con un par de puchos, con unas cajas de líquido elemento (cerveza), o con cualquier cosa que emborrache, si el alcohol te hace perder la memoria, olvídalo, estando ad portas de tu ¿nueva vida?, no puede llegar la clásica frase "¿Qué estoy haciendo?", da el paso, suelta la cuerda, tira el gatillo, toma la cicuta, cierra los ojos, y mucha suerte, al menos para esto.

Algunos suelen dejar los motivos escritos en papel como malísima costumbre, deberás entender que si a nadie le importaste antes de partir, menos les va a importar lo que les dejaste, no pierdas tiempo, el aire que respiras otro lo puede necesitar.

(c) 2005 La efectividad de esta guía queda como un punto eternamente pendiente de medición.

febrero 02, 2005

Entrevista Personal

- Dígame ud. ¿cuál es su profesión?

- Malabarista

- ¿Y cómo practica sus números?

- Uso naranjas, palitroques, barras con fuego o sino emociones.

- ¿¿emociones?? ¿cómo? A ver, explíquese

- Mire, puedo jugar con la alegría, lanzarla muy alto, casi hasta el cielo y hacerla caer muy al fondo, doy una vuelta de mano y al instante sin hacer más de medio movimiento la alisto para elevarla de nuevo, es muy fácil cuando uno le agarra práctica o costumbre, o resignación, cuestión de intentarlo, y tus intenciones (para efectos de este caso, las manos) se moverán solas cual autómata que conoce muy bien su papel.

- Interesante, pero eso no es suficiente para mi.

- Puedo usar el amor, estirarlo como chicle, hacer un globo con él y en el momento menos esperado, plaf! reventarlo, el único problema de este acto es la falta de perfeccionamiento, aún no logro encontrar la forma de no ensuciar el auditorio con goma de mascar, los espectadores se quejan por lo excesivamente dulce y el olor a guardado que posee.

- ¿¿¿y eso qué tiene que ver con el malabarismo.????

- Fácil, esos trozos de chicle se adhieren a mis instrumentos (las emociones) y el número se convierte en una proeza moderna, un imposible menos en la condición avasalladora de la especie humana, un contrasentido de la estética en todas sus formas, es el catalizador que puede elevar aún más alto mis alegrías o soterrarlas en lo recóndito de las profundidades sin forma de poder recuperarlas.

- Uhm, ¿y eso reviste peligro?

- Pero por supuesto mi estimado, en estos números un malabarista sólo puede fallar una vez, el precio del error es muy alto cuando el cerebro se descalibra y el pulso tiembla, todo el acto se viene abajo y ese desliz se valoriza en vidas.

- Tengo mucha curiosidad por ver su número, ¡lo contrato!, ¿cuándo empezamos?.

- He allí el problema, deberá esperar un tantito...

- OIGA, ¡¡¡¿me está tomando usted el pelo?!!!, ¿qué debo esperar?

- Simple, que nazca de nuevo.

Le vi un cierto temblor en la frente y una medio-dificultad para mirar a la puerta por donde ingresé. Con mucho nerviosismo soltó:

- ¡¡¡¡¡¿¿¿¿El siguiente????!!!!!!