agosto 11, 2004

Furtivo

No es que ahora me encuentre solo, es más, siempre lo estuve, arrimado a un rincón de la pared, y observando el mundo impasible y de lo más discreto, como por ejemplo, gozando del espectáculo de una lluvia de patadas colegial sobre el infortunado que anotó gol en la portería del equipo contrario, premiado por sus compañeros de equipo y castigado por los del contrario, y no más cruelmente, yo sigo observando, da mayor placer verlo.

Quizá fuera de los salones, en los pasillos universitarios, donde solía espiar furtivamente a aquel spaghetti con salsa de tomate dar sus clases de Algorítmica y evitar tan fria a todo el mundo que no cumpla sus requisitos mientras yo alucinado: 'Se dá su lado esa chica', buscando entre las nóminas de los cursos de Algorítmica y Estructura de Datos, los nombres que se repitan y sacar por descarte el suyo, qué más, qué felicidad dar con el único que se repite, porque nadie lleva esos cursos 3 veces.

O ser protagonista de la más clásica de las historias juveniles detrás de mi persiana americana, mientras ella, también oculta, se procuraba el mayor placer posible enseñándome que los deseos no son ajenos a mi género, algo más ocultos quizá, llevándome al espanto, pues puede haber alguien más oculto que yo, y encima espiándome.

Ahora oficialmente solo, repaso esas historias, sin más nadie a quién contar que a mi soledad, pues incluso mi propia sombra me ha abandonado, dice que no le hablo, si supiera todo lo que pienso, yo creo que es más porque sospecha que también la he espiado y sé alguno u otro de sus secretos.

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