agosto 16, 2004

Cebiche de brazos blancos

El hambre remueve mis tripas cual lucha de tenias, estrangulándose unas y confundiéndose otras con el magno bolo alimenticio que no ha llegado a las 12:30pm como todos los días y con una puntualidad militar, se me ha hecho tarde sí, es domingo y no hay menús hoy, así que con la excusa hecha me alisto a darle gusto a mi sufrido estómago y degustar un suculento almuerzo de esos que no pruebo de hace tiempo, ali ali ali alíviame las penas cantan los intestinos al ver que estamos cerca de calmar la depresión digestiva con un valium cevichal (si cabe esa palabra), ¡tranquilas carajo!, sino no hay nada, en algo atenúa el sufrimiento, bueno, ya muy malcriadas están.

Buen lugar, puedo caminar confiado y pasar por aquella esquina en donde la aprecio una y otra vez despedirse de mi poniendo sus manos sobre mis hombros y yo en el séptimo cielo, hoy a evitar tristezas, no se puede comer con el ánimo abatido. Al entrar no había tanta gente como pensaba, sólo comían los que atienden y me observan cual bicho raro al entrar, más a la derecha hay una familia, más al fondo noto 3 animados amigos alrededor de 3 cervezas y unos cuantos cigarros, apenas notan mi paso, por otro lado un grupo de chicas narrando algo mientras otra abre soprendida ambos ojos, ojazos, con aquella sonrisa maliciosa y casi escandalosa que las demás del grupo se animan a imitar, carcajada general por alguna de sus locuras que nunca conoceré y yo esperando expectante que me atiendan ya depositado en el asiento.

Hay que entender, es domingo y ninguna de las que pasan parece mesera, me cuesta llamar a alguien, no quiero que me mire con malos ojos, hoy no estoy para miradas de desprecio, ni abatimiento general, llega al fin una para atenderme y darme la carta, '¿Usted solito nomás?'... 'ssssssip', le respondo con las manos en la lista de platos y notando como termina de darle sin querer con ese mazo de realidad a la deleznable resistencia que le había puesto, tengo 2 brazos cogiendo mis hombros, no creo que se haya dado cuenta, pues se llevó los vasos y cubiertos de más que habían en mi mesa, rato después los otros meseros(as), almuerzan y me miran darme el gusto con las conchas negras, yo también me miro, decaído, y a mis tripas felices con la boca llena.

No hay comentarios.: