mayo 19, 2004

Me toca ir a dar soporte a las digitadoras de mi centro de labores, estas chicas, si bien nunca las he tratado, dan razón a todos los comentarios que hacen los de mi género, he aquí unos ejemplos: 'son unas mamacitas', 'tienen un tarrazo', 'Anda como preguntando la hora para que te ganes', 'están que piden' y un largo etcétera.

Me acerco a ellas y el que me acompaña, como ya las conoce, toma la iniciativa y con una sonrisa medio nerviosona y todo lo delicado posible le pregunta el problema a una de ellas, lo que más me jode de este tipo de chicas, es ese tonito de voz como queriendo decir: 'No sabes cómo deseo que me ayudes', combinado con un 'estoy indefensa' acompañado de una mirada de desconcierto, duda e inocencia, en lugar de conmoverme como mi compañero (por la baba que salía de su boca), me sumo en el más profundo encono, las miro demasiado grave, casi molesto recibo el problema y la sugerencia. 'ay, pero no te olvides' me dice al final con ese mismo tonito que irrita, la miro cuidadosamente a los ojos y le menciono que ese cambio demora por toda la burocracia que hay para hacer el cambio, pero se hará, y me voy, tal vez cuando se haga el cambio ya ni siquiera estén, quizá ni siquiera lo haga.

Actualización: En la tarde me llamó el jefe del área usuaria: '(Lobo) hay un cambio que las digitadoras necesitan...'

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