" Hola cómo estás " suena una voz al otro lado de la línea.
" Bien, pensé que no llamarías " Miro la ventana, la vecina del otro edificio está cenando, el vecino del departamento de más arriba carga a su hijo y una chiquilla dos pisos más arriba ha dejado entrar a su cuarto al enamorado, sus padres no están.
" Ah bueno, es que estaba todavia trabajando, ehmmm " deja una pausa, de esas que quieren preguntar algo.
" ¡dime! ", se lo digo suavemente y más que impaciencia, a estas alturas se me hace una especie de apuesta entre lo que supongo que va a pasar y lo que pasará.
" Tienes el carro aún? ", El auto que me prestó Juan antes de ayer fue devuelto al día siguiente, ese armatoste del año 1989 bien podría servir de horno microondas.
" No, ya no lo tengo, ya lo devolví, pero no importa supongo, ¿nos vemos?"
" Ehmmm ", otra pausa larga, y me parece que voy a ganar la apuesta, " es que tengo que hacer aún, voy a estar aquí un rato más "
" Ah!!!!, bueno ni modo, me avisas cuando salgas "
" Ya ok... te llamo entonces, chau "
La vecina ha terminado su cena, un párvulo juega cerca a la ventana y la chiquilla juguetea en la cama con el de turno, no saben que a 50 metros de ellos alguien está cerrando las cortinas de su cuarto, apaga su luz y se dispone a contemplar como en cada noche la oscuridad de sus certezas, esas que se manifiestan en silencio cuando una voz de mujer las precede.
Esa noche dormí largo y tendido.
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