Era una pesadilla y trataba de despertar, inmóvil, pero haciendo esfuerzos por mover las manos o darle un inicio de desplazamiento a mis pies, tenía la escalofriante impresión que mi cuerpo ya no me pertenecía y un algo más poderoso acababa de adueñarse de este ser, en la pelea por recobrarme daba alaridos que escuchaba apenas, mi oído casi no obedecía y se inició mi desesperación, rompiendo poco a poco las ataduras y dando un grito silencioso para ahuyentar a ese algo que por fin se rendía, mis ojos volvían a ser mios, mi boca volvía a ser mia, mis brazos tocaban mi rostro y mis piernas ayudaban con presteza a incorporarme.
Me acerqué a la ventana y de un tirón corrí la cortina, empezaron a danzar las cucarachas alrededor, cada una dando vueltas y cayendo a veces por su propio peso, desesperadas pasaban por encima de mis pies y huían por la puerta, las menos afortunadas, de patas arriba, eran asesinadas por mi propio asco, por algún impulso extraño me dirigí a la cocina, dentro, estaba la estufa desarmada, creo que alguien había olvidado terminar la limpieza, tal vez yo, y me dispuse a continuar, pero me detuve por culpa de aquella inmensa araña saliendo por debajo, una tarántula que quizá estaba amenazando, y empezaba a crecer, me miraba, la miraba y crecía, llegó a hacerse más grande que la estufa, luego que el refrigerador, luego que el estante, seguía creciendo, pronto llegó a hacérsele imposible el mantener su enorme cuerpo en el lugar, un animal peludo y atravesado por una larga mancha blanca en el lomo. Casi a punto de reventar, desperté otra vez.
¿Son señales o qué mierda?
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