"¿y dónde es el point aquí?", le pregunté más confiado, "hay varios, pero no te conviene, en esos lugares una flaca te sale muy caro, y encima debes darle de tomar...", me respondió tajante, "...mejor chequeemos La Industria", con todo y dudas me llevó kiosko más cercano, salió del auto y compró el diario con su plata, regresó y empezamos la búsqueda. Mi "chofer" habrá llamado a 10 o 12 números, al punto que comencé a adivinar las respuestas viendo lo apresurado y contento que regresaba del teléfono público cuando le respondían, o serio y con caminata normal cuando no respondían o no aceptaban. Ya casi rendidos por no hallar nada, terminamos en una esquina, donde a dos casas había un hostal, estuvimos esperando 10, 15, 20 minutos y no ocurría nada.
A lo mucho vimos acercándose a un tipo abrazado a una chica algo timida, con una sonrisa cómplice y como queriendo ocultarse en los brazos del amor de su vida, para así cruzar confiada el umbral del hostal, "se hace la cojuda y bien que le gusta" escucho y respondo con un mohín, algo harto de tanta espera. A los dos minutos se aparecen las tan esperadas en un tico, salen del auto y entran corriendo al hostal, deteniéndose en el portal, nos acercamos, saludamos y elijo la que parecía más normal. Me regreso y veo toda la gente que nos estaba observando en la acera de enfrente, (más que en Huanchaco), entramos al auto los tres (el chofer, la elegida y yo) y las dos que se quedaron ya no nos importaban, conocen el camino a su casa.
Conversando me dio hambre, y le pregunté si quería cenar, no se opuso, así que los tres fuimos a un lugar sencillo y discreto, no estaba mal, y mientras, nos pusimos a averiguar "¿Eres de Trujillo?" "Sí", responde la chica, "¿y vives sola?", "no, si en mi casa en enteran de esto me matan", le pregunto sorprendido, "Entonces ¿por qué lo haces?", "Porque tengo algunas necesidades" y siguió degustando su cena, me olvidé de las preguntas al darme cuenta de su escote, era algo raro cenar de esa manera, con dos personas que no conocía y con las que ya empezaba a simpatizar, en un lugar que no conocía y sin saber qué más hacer, cualquiera que nos veía diría que éramos amigos, y me entró cierta pena, ojalá lo hubiéramos sido, pocas veces tuve conversaciones tan amenas. Nos habló que no lo hacía seguido y que era relativamente nueva, (¿?), que tenía enamorado y que algún día iba a dejar esa actividad, como una de sus amigas, ya conviviendo feliz con su novio, terminamos la cena (obviamente tuve que invitarle al taxista también) y como amigos que se dirigen a casa nos dirigimos a los bungalows.
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