octubre 26, 2005

Detesto (II)

Siempre he detestado a los más inteligentes, pues un aura de orgullo y mezquindad suele rodearlos como la cáscara de una manzana, me lleno de silencio de la misma forma como ellos se llenan de ínfulas elevándose a lo lejos, bien a lo alto. Desde arriba, hechos casi una peca en el rostro del cielo, logran fijarse por debajo y barrer de pies a cabeza con su "enorme visión" a este milimétrico ser, tanto como lo son ellos vistos desde aquí, ¿dirán algo? No, lo más probable es que de la misma forma como inclinaron su mirada vuelvan a elevarse más a lo alto, encontrarán otros como él/ella con los que la chispa de su falsa alegría iluminará el cielo, demarcarán el inicio de la tarde y al menos me entretendrán contándolos como las estrellas, en la noche.

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