enero 16, 2008

Aquel Conejito

El dueño de la casa se ha ido de viaje a Trujillo, son las 7pm y la casa huele a penumbra, al fondo pasan las sombras de los inquilinos mientras atravieso un patio que parece de terror, si no fuera por el ruido de los buses pensaría que estoy en un cuento. No veo a la vecina, que flaquisima ella vaga por las noches a llenar su balde rojo de agua, el color no le queda, los rulos no le quedan, estos se desparraman desordenados por su cabellera y cuando intenta cargar el balde a veces se cruza conmigo agachando la cabeza, mi vecina sólo se hace bella cuando dos hombros delicados que cargan un balde sucio me saludan.

Antes de subir la escalera, te puedes cruzar con una mota blanca en una jaula que en la oscuridad puede asustarte, el dueño ha dejado al conejo en su jaula, la mierda se desparrama por un costado y el conejo está reposando en el otro costado, no es difícil verlo en la oscuridad y olerlo entre excremento y orines. Consciente que quizá no podría limpiarse la jaula, el viejo la ha colocado unos centímetros sobre el suelo, de tal manera que la mierda no sólo está fuera de su jaula, sino que al caer se esparce por el patio, se mete en la zuela mis zapatos y llevo la asquerosidad a mi cuarto.

Pero me da pena el conejo ciertamente, debe ser difícil vivir y acostumbrarse al hedor de 5 días de materia fecal, pero me compadezco más porque debe ser difícil en su situación ser conejo y no poder reproducirse exactamente como tal, quizá por eso se le ve tan apagado, como esta casa con olor a mierda.

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