Me encuentro caminando en la calle, una rubia señora (con su plata) de unos 35 años va por delante mio llevando un bolso negro, algo grande pues le llega hasta más abajo de la cintura, voltea, me mira de arriba a abajo, como quien dice "me barrió" y en un arranque de conclusiones, conservación de la integridad física, dignidad y desconfianzas mutuas, (tampoco tenía pinta de muy santa la mujer esa), colocó tóscamente su bolso-de-mierda-qué-me-importa, delante de ella, no sin dejar de darme esa típica mirada de róbame-ahora-pe-hueveras, como si su cartera me importara más que su derrier, ah, y cruza la calle apenas ve la pista libre de autos, derramando lisura que a su paso dejaba aromas de prostituta. Preferí caminar un poco más rápido y dejarla atrás, un puntito negro con algo amarillo encima es lo que queda cuando doy vuelta para ver dónde anda, apenas también veo que se cuela por una calle transversal, capaz hasta pensó que regresaba.
Salgo del cine y quiero tomar un taxi para llegar rápido a casa, ¡Señor!, cuánto me cobra una carrera de aquí a XXXX, el tipo me mira, se dilatan sus pupilas y me dice que no va por esa zona, muy lejos, (a 2km de donde estábamos), no termino de hablar cuando pusó primera, "Graaaaaaa... cias", lo bueno es la cantidad de taxistas a esa hora, tanta como su necesidad de encontrar alguien a quién llevar, así que no fue muy trabajoso encontrar otro. En el camino el tipo me pregunta si trabajaba en transporte: "¿¿COBRADOR DE COMBI??" le pregunto, "Sí", me contesta el desgraciado, incluso hasta cree conocerme, "NO TIO, TE EQUIVOCAS, ENCIMA CON EL DOLOR DE GARGANTA, NO ME IMAGINO LLEVANDO GENTE A CERES CHOSICA HUAYCÁN". En el fondo lo perdoné, cualquiera se confunde, hasta yo, antes de subir pensaba que el tipo era metalero, por el polito de gamarra color negro y el pantaloncito del mismo color, adquiridos en la misma tienda seguro, cuando en la radio suena el nuevo exitazo Inca Turbo Sat de Los Mirlos, y así la radio continuó chicheando hasta que el "metalero" me dejó en mi casa. Tuuuuuurrrrbo...
Pero el momento de luz, ese que ya hace demasiado evidente el mensaje, se presenta cuando veo dos señoras con varias bolsas de Supermercado y me acerco para ayudarlas, antes de coger la primera bolsa, dos azulinas criaturas con algún artilugio ya me tienen inmovilizado y sin darme cuenta, esposado, y más sin darme cuenta con la cabeza pegada al piso. Las damas, horrorizadas, "porque en esta ciudad todos somos pecadores, menos nosotras", se persignan, "pobrecito choro" y se van volando pensando del robo que estuvieron a punto de ser víctimas.
Mechones de cinco centímetros de cabello en el piso, mejillas llenas de crema de afeitar así como un duchazo frio sirven para olvidar los 10 soles que tuve que entregar a esos tipos para cambiar su concepto sobre mi de "realidad choro" a "realmente inocente", el agua cae y mientras se queda atrapada en la rejilla junto con más cabellos y restos de barba, me rindo ante aquellas señales, de esas que siempre dicen algo y casi siempre, en mi caso, me decían que me rasure y afeite de una buena vez.
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