Alzo al vuelo de la gaviota bañado por las sombras del atardecer penetrando el aire y a sus cristales de sal, es el sol que se recuesta sobre esa sábana azul y antes de soñar acomoda su vasto almohadón ebrio de arena, playa y olas, una isla.
Luz roja que baña los ojos, herrumbe, desgaste del día que se ve morir, atrás llegan las tinieblas, no sé realmente dónde está la pena, en ese disco que difumina las sombras del presente o en la oscuridad que las hace dueñas de tu presencia.
Y tiemblo entre tus alas mi gaviota gris, vuelas rasante y anhelas vivir, dibuja por última vez el ocaso en el horizonte mientras construyo castillos de arena, débiles a la ola, inmanentes en el sueño. Abandonas el cielo ave de mar, sigo tu vuelo en silencio, hasta un lejano amanecer, donde se cierra la herida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario