noviembre 26, 2004

Sin sentidos

Ya viene otra vez, se apodera uno a uno de ellos, un día es el tacto, que no deja de recordarme ese brazo que tomé o la mejilla que acaricié con mis labios, temeroso de una respuesta acibarada debido al largo contacto, es que buscaba un poco de la vida de tu piel y esperanzarme inútilmente que sentirías la fuerza con que la sangre recorre mi cuerpo, pidiéndote a gritos, porque ese beso no era para un lado de aquel rostro imposible, fue la subliminal demostración de que no fui valiente para robarme tu boca.

Luego empieza la vista y dejo de estar en mi habitación, vuelvo a juntarme contigo en ese auto, yo mirándote y tú dando excusas, viendo tus ojos engañarme infames, buscando los mios para mostrar ese falso entender y volverlos hacia donde querías escapar, mientras yo aprovechaba para observar acalorado el muslo que se escapaba a tu falda y te empezaba a desear.

Es entonces cuando el oído se contagia de la añoranza, y me trae tu voz, aquella que no tocaba melodías, pero hábil para dominar la serpiente que soy, bailando al ritmo de tus acordes, sin querer que el momento termine en ese vacío silencioso, donde no siento los perennes ruidos de niños, motocicletas, carros, ni gente, que recibian mi declaración de odio a muerte porque te tenían más cerca que yo, y sin querer que salga ese último sonido que me condenaba al infierno que nunca deseé llegar: "adios".

Y mi voz deja de existir, se transforma en letras que consienten a ese frustrado sentido del gusto, imaginando el sabor de tus manos, tus oídos, tus mejillas, tu cuello, tu pecho, tu ombligo, tus muslos y por último tu alma, que alguna vez alguien me dijo que poseia el sabor del azúcar si es de aquella que amo, pero no, el café está en la mesa y me conformo bebiéndolo a sorbos, resignado a una fea mueca en el rostro cada vez que se desliza por mi paladar, hasta acabarlo y ver tus pupilas al fondo de la taza, que vibran cada tres segundos con las lágrimas que caen de mis ojos, bregando, por ese momento al menos, ser parte de los tuyos.

Último minuto: Tengo la preocupante sospecha que el olfato tiene que ver en esto, a cualquiera que dé información sobre su paradero se le ofrecerá una buena recompensa.

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