marzo 09, 2005

Tiempo de Baile

"Armanda no puedo bailar", le dije rendido, "¿Cómo es posible?", me responde mientras abre sus extraños y hermosos ojos, era una de esas veces que se convertia en madre comprensiva y con sus manos alargadas hacia mí me transformaba de súbito en un crío, deseoso de sus blancos senos, "sólo deja que el viento lleve tu cuerpo, abre bien los oídos, que el paso es ligero cuando se escucha atentamente y observas", da vueltas sobre sí misma y me empiezo a sentir celoso del aire que abraza, "¿lo ves? inténtalo", me acerco y cojo torpemente su cintura, aún era demasiado para mí rodearla y sobre todo observarla, fijarme en esa sonrisa que fielmente dibujaba mi dicha, aquella capaz de ofrecer un aliento más, y animarme por fin a mover los pies, bailar... bailar... bailar..., hasta que la música se desvanece en nuestros deseos y se da inicio a otra melodía, la de su respiración, sus besos, la del roce de mi piel con la suya y sus débiles quejidos convirtiéndome en niño otra vez, atándome con fuerza a esos frutos que me llenan de vida cada momento que la hago mía en todo su ser.... y así bailamos, toda la noche.

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